Quemado por el trabajo
Burnout
Los tiempos cambian; el constante dinamismo en el que vivimos nos hace ser partícipes a diario de nuevas experiencias. Algunas de ellas, aunque parezca novedoso el término mediante el cual son referidas, llevan con nosotros desde mucho más tiempo del imaginado.
Es este el caso del término burnout. Lo conocemos de hace relativamente poco, pero se remonta al siglo pasado.
El escritor británico Graham Greene ya aludió a este término aun cuando no estaba en vigor a lo largo de su gran obra ‘Un caso acabado’ (A Burn-Out case, 1960). En este relato, nos narra cómo el célebre arquitecto Querry llega de forma inesperada a una colonia de leprosos en el más profundo corazón del Congo; donde, abrumado por el estrés y la falta de significado en su vida, busca la cura para sus malestares mediante la ayuda desinteresada a los más desfavorecidos.
Un doctor residente de la colonia le dice que sufre del equivalente mental al ‘burn-out’ que sufren los leprosos, es decir, cuando ya han pasado todos los niveles de mutilación propios de la enfermedad infecciosa. Poco a poco, encuentra la cura a su rara afección mental en los pequeños proyectos en los que se embarca en la colonia.
Y fue unos años más tarde cuando el psicólogo Herbert Freudenberger describió finalmente este síndrome, llevándolo al campo de la vida profesional, donde más casos se encuentran.
¿De qué trata este síndrome?
Este término está estrechamente ligado al estrés y según Maslach (1986) lo podríamos entender como ‘la respuesta de estrés crónico formada por tres factores fundamentales: cansancio emocional, despersonalización y baja realización personal’.
Por tanto, sería una respuesta psicológica ante una situación estresante laboral crónica, que afectaría tanto física como emocionalmente.
Actualmente, es más conocido como síndrome de burnout y, mientras que no está reconocido por el DSM – V (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), sí que se le hace mención en el CIE-10 (Clasificación internacional de enfermedades).
¿Cuáles son los efectos?
La lista sería cuantiosa y variable de una persona a otra, pero por lo general, genera las siguientes consecuencias dependiendo del ámbito al que afecten.
De tipo psicológicos:
- Incapacidad para desconectar del trabajo
- Insatisfacción con uno mismo
- Despersonalización
- Estrés crónico
- Depresión
- Ansiedad
- Dificultades cognitivas
- Falta de autorrealización
- Autoestima baja
- Sentimientos de culpa
- Irritabilidad
De tipo físicos:
- Insomnio
- Agotamiento físico creciente
- Problemas gastrointestinales
- Dolores en espalda, cuello y cabeza
- Enfermedades coronarias
- Sudores fríos
- Nauseas
- Taquicardia
¿Cuáles son las causas de este síndrome?
Hay muchas variables que influyen, pero la primera de ellas, es el tipo de oficio. No todos requieren el mismo esfuerzo personal ni desgastan a la persona de la misma forma, asimismo y según estudios recientes, este es más propenso a aparecer en profesionales de la sanidad y profesorado. Estando este último en peligroso auge los últimos años.
Peiró (1997) nos explica que hay una ligera diferencia entre ambos sexos, siendo el masculino el que tiende en mayor medida a emplear la negatividad en su trabajo.
Otro factor que influye es el estado civil de esa persona. Estar soltero o contar con una familia crea una gran diferencia, puesto que este cansancio emocional puede ser aliviado por los seres queridos, así como un feedback positivo diario que remita las causas del estrés sufrido.
¿Y cómo empieza?
En la gran mayoría de los casos, el burnout tiene sus inicios en forma de cinismo hacia tus compañeros de trabajo o en caso de profesorado, alumnos. Irritabilidad constante en las horas de trabajo, así como la falta de feedback positivo por parte de los superiores o pacientes (léase: clientes, alumnos…).
Si a esto le sumamos el hecho de que la persona que lo sufre siente que ha agotado sus herramientas emocionales, así como el sufrimiento de una pérdida de motivación; tenemos todos los desencadenantes del burnout.
¿Soluciones?
Puede parecer complicado puesto que no sólo depende de uno mismo, sino de la empresa para la que se trabaja además del entorno social de la persona.
A nivel organizacional o laboral, sería necesario una mayor participación de todo el personal: a modo de feedbacks semanales positivos, apoyo emocional entre los compañeros, una mejora de las destrezas personales con respecto al puesto ocupado.
A nivel personal dependerá de si estamos atendiendo a un plan preventivo o interventivo. En el primer caso, sería necesario el refuerzo de la autoeficacia así como la autorregulación emocional de la persona. Es importante trabajar la autoestima referida al trabajo que realiza y una examinación sobre las expectativas que esta persona tiene sobre sus capacidades.
En caso de sufrir de burnout; se necesitaría una intervención psicológica más profunda; donde no sólo se trabajaran los puntos expuestos anteriormente, sino también la regulación de los factores estresantes, la tolerancia ante la frustración y de nuevo el autoconcepto personal.