¿Para qué iba a hacerlo? No puedo, ni podré. La indefensión aprendida.
Martin Seligman, pionero en el ámbito de la Psicología Positiva, es conocido por sus estudios acerca de la depresión, así como por los experimentos con los que dio forma a la Teoría de la Indefensión Aprendida. Pero, ¿Qué es la indefensión aprendida?
La Teoría de la Indefensión Aprendida fue desarrollada en los años 60, y se produce cuando las personas atribuyen sus fracasos a determinados sucesos incontrolables. Además, creen que seguirán fracasando debido a la falta o ausencia de control que tienen sobre las circunstancias que hacen que fallen. Por tanto, las personas asumen que los acontecimientos que tienen lugar en sus vidas son independientes de sus acciones e incontrolables.
Este experimento se investigó mediante el uso de perros, y en un principio se realizó para conocer los síntomas de la depresión. Refiriéndonos a personas, cuando el sujeto experimenta una situación traumática que no ha controlado, su motivación para responder a posteriores situaciones traumáticas disminuye. Incluso, aunque responda eficazmente y logre liberarse de la situación, le resulta difícil aprender y creer que su respuesta ha sido efectiva. Su equilibrio emocional queda perturbado y hay índices que denotan la presencia de síntomas de la depresión.
Cuando se aprecia la situación como no personal, independiente y no permanente se logra superar la experiencia traumática; por el contrario, si una persona ha fallado en el pasado puede llegar a la conclusión errónea de que no tendrá éxito en el futuro. En este sentido, es fundamental conocer el locus de control que presenta la persona, es decir, la percepción que tiene acerca de dónde se localiza el agente causal originario de los fenómenos que suceden en su vida.
El locus de control puede ser interno (si la persona considera que tiene el control de todo lo que le pasa) o externo (si la persona considera que son otras personas y/o las circunstancias las que controlan su vida).
Un ejemplo de la diferencia entre los locus de control sería la siguiente: Una estudiante con un locus de control interno atribuiría sus aprobados a sí misma, pensando que ha aprobado gracias a su esfuerzo y dedicación. Sin embargo, una estudiante con un locus de control externo asociará a la suerte el hecho de aprobar, desconectando sus acciones del resultado obtenido.
Posteriormente, en 1978, Abramson, Seligman y Teasdale reformularon esta teoría, incluyendo el locus de control y el efecto de las atribuciones (a qué atribuye la persona su éxito o fracaso). En este sentido, la Teoría de la Reformulación de la Indefensión Aprendida defiende que entramos o no en indefensión según nuestro estilo atribucional, que se da en función de 3 dimensiones:
- Atribuciones internas o externas: Una persona hace atribuciones internas cuando percibe que las causas de un suceso son debidas a sí misma, y externas, cuando las atribuye a otras razones ajenas a ella.
- Atribuciones estables o inestables: Este tipo de atribución depende de la reflexión que hace la persona respecto a la durabilidad o no de la situación adversa. Si la incontrolabilidad se atribuye a una causa estable en el tiempo es más difícil que la persona consiga salir de la indefensión aprendida que si la considera inestable o pasajera.
- Atribuciones globales o específicas: La atribución global se hace cuando el sujeto cree que se encontrará dificultades en muchas áreas de su vida, por lo que la indefensión Aprendida le puede llevar a estarlo también en otras áreas. En cambio, la atribución específica se hace a una sola situación, sin que la persona generalice lo que le sucede en otras.
Por tanto, una vez visto todo esto, ¿a qué llamamos indefensión aprendida como tal? Una de las definiciones más recientes es la de la psicóloga clínica Marta Díez, la cual explica lo siguiente: “la indefensión aprendida (learned helplessness) es una sintomatología, no un trastorno, que tendría su origen en la imposibilidad del sujeto para salir de una situación adversa. La experiencia continuada de no control lo lleva a la convicción de que, haga lo que haga, no será capaz de conseguir evitar la adversidad, por lo que, padecerá un déficit motivacional, cognitivo y emocional”. Las situaciones más comunes en las que se presenta suelen ser las relaciones laborales, la violencia de género, el control social y las relaciones afectivas.
Para terminar, os recomiendo el cuento del elefante encadenado, éste nos ayuda a ver por qué un comportamiento puede dejar de sernos útil. ¿Ya lo conocías?, déjame tu comentario aquí abajo!