La responsabilidad afectiva en épocas de ghosting
El ser humano es un ser social. Constantemente interactuamos y nos relacionamos con otras personas y eso nos lleva a crear vínculos emocionales que conllevan ciertas responsabilidades.
La responsabilidad afectiva implica ser consciente de que lo que hago y digo puede influir en los demás y, por tanto, me hago cargo de mis acciones y de las relaciones que establezco y mantengo. ¿Cómo puedo emplear la responsabilidad afectiva? Siendo responsable de mis emociones y de cómo las expreso, siendo responsable de los vínculos que formo y estableciendo límites claros en mis relaciones. Todo ello implica compromiso, respecto, empatía, cuidado mutuo… Asimismo, está muy relacionado con la asertividad. Es decir, tengo que tener en cuenta mis propias necesidades y sentimientos, así como expresarlos claramente respetando también las necesidades y sentimientos ajenos. Hay que ser claros con nuestros sentimientos e intenciones para con el otro. Se trata de mostrar respeto tanto por mi mismo como por la persona con la que me relaciono. Esto me va a permitir establecer y mantener relaciones sanas.
La responsabilidad no hay que tenerla únicamente cuando se trata de mantener ese vínculo. Tambien es importante tenerla cuando decidimos terminar una relación y/o dejar de tener contacto. Actualmente, es muy probable que conozcas el ghosting. Como su propio nombre indica, se trata de “desaparecer como un fantasma” (ghost). Desapareces de repente sin ningún tipo de explicación ni justificación aparente (“hacer bomba de humo”). Además, este tipo de personas, muchas veces, acaba regresando nuevamente de forma repentina. Esto se conoce como zombieing.
En otras ocasiones esa persona no llega a irse del todo, pero sí que notas un cambio considerable e injustificado en su actitud y comportamiento. Se trata de un ghosting intermitente: la persona aparece y desaparece constantemente. Es como una forma de dejar la puerta medio abierta. Esto puede dar lugar a relaciones tóxicas y dependientes: acabas normalizando que se vaya, pero sabes que va a volver.
Otras formas de actuar sin responsabilidad afectiva son actuar y utilizar a la otra persona por conveniencia y/o manipularla, no tener en cuenta e invalidar sus emociones o no respetar sus límites, entre otros. Estos comportamientos y actitudes denotan una gran falta de madurez emocional.
Como te he dicho ya, nuestras acciones y actitudes tienen efecto sobre las personas con las que nos relacionamos. La ausencia de responsabilidad afectiva puede tener un impacto considerable sobre el estado emocional del otro, aunque no sea tu intención. Desparecer de la noche a la mañana de la vida de alguien puede generar sentimientos de culpa, preocupación, incomprensión e incertidumbre en la otra persona, así como afectar a su autoestima. Puede alterar su estabilidad emocional puesto que va a tratar de buscar alguna explicación. Por ello, es importante aprender a comunicarnos y ser empáticos. Tenemos que ser honestos, tanto con nosotros mismos, como con el resto. No vale refugiarse en el “soy así”. La responsabilidad afectiva es algo que podemos aprender y entrenar y te recomiendo que lo hagas.
En caso de ser tú quien sufre ghosting o similares, te preguntarás ¿por qué?. Es normal que quieras entender por qué desaparece, pero puede ser por múltiples factores: pérdida o falta de interés, miedo al compromiso y/o a que te hagan daño si la relación avanza, falta de empatía… Trata de aceptar que se ha ido y deja de buscar explicaciones que esa persona no está dispuesta a darte. Entiende que el problema no está en ti. No te culpes. En caso de que vuelva, hazle ver como te sientes y trata de mantener contacto cero. Si no tiene responsabilidad afectiva, al igual que vuelto, posiblemente se vuelva a ir.
Además, este tipo de comportamientos se han acentuado gracias a las redes sociales debido a esa facilidad para aparecer y desaparecer de un día para otro y según nuestros intereses. Por tanto, lo importante es saber identificar este tipo de comportamientos, tanto en uno mismo como en los demás y ser conscientes del efecto que pueden llegar a tener en el otro.