Albert Ellis y la Autoaceptación
Dentro del ámbito y la ciencia de la psicología sanitaria, un concepto muy recurrente y que está muy presente en boca de todos los profesionales e investigadores que la practican es la autoestima, un concepto que ha cambiado a lo largo de la historia de la psicología en boca de diversos autores y siendo moldeada desde diferentes teorías, y abarcando el espectro de cómo nos valoramos y relacionamos con nosotros mismos a partir de verbalizaciones e identificaciones con conceptos abstractos, creencias y otros factores que intervienen en ella. Pero para añadir otra perspectiva acerca de este concepto, hablaremos de cómo trataba el psicólogo Albert Ellis como concepto y una nueva propuesta desde su punto de vista para relacionarcnos con nosotros mismos.
Albert Ellis y su labor en la Psicología
Albert Ellis es reconocido a nivel histórico dentro de la psicología por muchas aportaciones en general, pero una de ellas es por la creación de la TREC, siglas de Terapia Racional Emotiva Conductual, una de las terapias cognitivo conductuales centradas en el trabajo del profesional con su cliente en la manera en la que el mismo se relaciona con sus pensamientos e interpreta la realidad, pretendiendo transformar los pensamientos irracionales, que son considerados en esta terapia como principal causa de factores estresantes y malestar, en pensamientos más racionales y adaptativos. Esta terapia es conocida también por el empleo del modelo ABC, en el que A es el medio o la realidad, la B la interpretación del individuo de la misma y C la consecuencia en el mismo de esos pensamientos y cómo gestiona esa situación a partir de dichas creencias.
Autoestima y Autoaceptación Incondicional
A lo largo de su trabajo e historia vital, Albert Ellis observó cómo la comprensión que existía, y el concepto del autoestima en el momento en el que él trabajaba no era muy saludable para la gente o para sus pacientes, debido a que muchas de las teorías en ese momento coincidían en que él autoestima era en su mayor parte la valoración de lo positivo y de nuestras capacidades, que muchas veces podía caer en la comparación del individuo con los demás de manera exagerada y caer en creencias irracionales y desadaptativas acerca de sus habilidades y muchas veces valor personal. Esto provocó en Ellis la búsqueda de un nuevo concepto de relación con uno mismo, aplicado a una experiencia más racional y adaptada a unas expectativas reales y congruentes con la realidad, lo que podría llevar a menos frustraciones y aceptación de contexto o lo sucedido.
Es aquí donde nace el concepto de la Autoaceptación Incondicional, que nos relata según el autor, un modo de relacionarnos con nosotros mismos más saludable, en el que el individuo deja de etiquetarse y calificarse continuamente de manera innecesaria, ya que llega a ser algo desadaptativo a nivel circunstancial y poco útil, sobretodo calificándose sobre esquemas sociales que no atribuyen ni ejemplifican las situaciones de todos los individuos, lo que puede llevar a generar altas expectativas y autoexigencias que uno mismo no tiene la capacidad o no tiene porque llegar a cumplir para obtener satisfacción.
Es por esto que Ellis invitaba a sus pacientes a dejarse de evaluar a ellos mismos constantemente bajo unos esquemas poco útiles que podrían ver su valor dañado, siendo este dependiente de unas exigencias, por lo que invitaba a generar un valor intrínseco más adaptado a las capacidades, limitaciones y necesidades de los mismos, trabajando desde la autocomprensión, y autocompasión, d¡entrenando la capacidad de valorarnos y generar juicios de valor más cercanos a la realidad y sus competencías y requerimientos, y de nuestras necesidades y habilidades, abrazando nuestras limitaciones sin juicio ni exigencia, y nuestras capacidades, valorando ambas y siendo congruentes con las mismas.
Por es importante buscar siempre nuevos enfoques de ver y entender cómo relacionarnos con nosotros mismos, pero siempre intentando buscar la Autoaceptación y Autoconocimiento como pilares base de la misma, para comprender nuestras limitaciones y virtudes, y saber convivir con ellas sin juicios de valor de por medio y abrazando e intentando mantener un diálogo interno saludable y coherente.