El discurso persuasivo y fanatismo: un momento actual
Hace unos meses, el mundo entero (y la bolsa) se sacudían ante la victoria de Trump en las elecciones estadounidenses con 306 votos a favor. Los medios de todos los países se lanzaron al análisis de los factores que habían resultado en éste cambio de política en el que se considera el país más poderoso del mundo, echándose mientras tanto las manos a la cabeza, temiendo los peores desastres para el futuro del equilibrio mundial. ¿Cómo ha sido posible que un reconocido xenófobo, misógino, negacionista del cambio climático y pro-armamentista haya conseguido tanto poder? Son muchos los factores que han intervenido, desde luego, pero la gente de Estados Unidos lo ha votado porque Trump es también un reflejo de una parte importante de EEUU; se dice que es un ignorante en el segundo país más ignorante del primer mundo; se dice que es un misógino en un país en el que el 87% de las mujeres han sufrido algún tipo de acoso por la calle; se dice que es un violento en el país con más muertes por arma en el primer mundo.
Pero al margen de las razones geográficas y políticas que hayan podido propiciar su victoria, me gustaría analizar su forma de discurso, la forma de persuadir que emplea en sus comparecencias públicas y online. Si bien es cierto que Trump no tiene porque ser el ejemplo más evidente de algunas de las razones que citaré a lo largo del artículo, sí que es el ejemplo más reciente en la historia (y por lo tanto el más accesible en nuestra memoria).
Según las teorías de Petty y Cacioppo nos encontramos ante dos formas de persuasión según el discurso: Vía Central y Vía Periférica. La Central se basa en datos estadísticos sólidos que permiten a las personas reflexionar sobre temas concretos, mientras que la periférica invita a aceptar el argumento sin reflexionarlo, enfocándose en las asociaciones que hacen con ideas de poder, de libertad, de salud o de cualquier otra cosa (positiva o negativa), siendo la Periférica la más empleada en los anuncios de comida, refrescos o fragancias.
Los discursos que optan por la Vía Periférica tienen sus ventajas, desde luego, pero el no filtrar la información y el aceptar incondicionalmente el mensaje son caminos que llevan a actitudes muy extremistas, llevando en última instancia al fanatismo. La palabra se compone de “fan-”, que en inglés hace referencia a la adoración que se siente hacia algo, e “-ismo”, que en griego significa “creencia”, con lo que tenemos que un fanático es un seguidor acérrimo de una persona, un colectivo, una ideología e incluso un deporte, llegando a dar la vida por aquello a lo que sigue. Observando el perfil psicológico de un fanático, podemos ver que por lo general en los “líderes fanáticos” nos vamos a encontrar con personas autoritarias, egocéntricas, dogmáticas, dicotómicas, fácilmente irascibles, carismáticos y con facilidad de palabra.
Los discursos que hemos podido observar del actual presidente estadounidense han contenido mensajes con un tono arrogante y de desprecio hacia sus opositores, han hecho mucha más referencia a la imagen de sus adversarios que al contenido de su mensaje, con lo cual estamos ante un discurso de Vía predominantemente Periférica, que como ya he dicho antes, es el más apropiado para crear fanáticos. No obstante, no deja de parecerme curioso el hecho de que, cuando pensamos en fanatismos el primero que nos viene a la cabeza (igual que antes, por memoria reciente) es el fanatismo religioso islámico y sus atentados terroristas y, curiosamente, EEUU y los países del Medio Oriente son los dos bandos de una misma guerra que se desarrolla en varios frentes (bélico, cultural, mediático, geográfico). No deja de llamar la atención cómo ambos emplean el mismo método de persuasión para después manifestarse cómo contrario a todo lo que el otro bando representa.
Cómo he dicho antes, estos no son los únicos casos de fanatismos que se pueden hallar actualmente. Hablamos de fanatismo deportivo cuando la admiración hacia un equipo o un jugador es excesiva, de fanatismo político cuando el ser militante de un partido político te hace despreciar automáticamente el resto de opciones y también podemos hablar de fanatismo individual cuando seguimos a una persona o artista carismática con características similares a las del líder fanático que he comentado antes.
Los fanatismos proliferan mucho en los últimos tiempos. Son cómodos, nos ofrecen respuestas rápidas ante el desconcierto o los momentos de crisis (en cierto modo se aprovechan de ellos), nos permiten huir de realidades que no nos satisfacen y sus estrictas normas de conducta o moralidad pueden sacar a mucha gente de situaciones de consumo de sustancias o de inestabilidad familiar, lo cual favorece su adhesión a ellos. Pero es en las situaciones de crisis cuando más necesitamos que alguien nos haga ver cuál es la Vía Central, que nos hable de cuales han sido nuestros problemas reales y nos den una óptica realista sobre ellos para volverlos más solucionables, aunque sea más difícil de conseguir que aceptando llanamente una opinión previamente construida.
Cómo siempre es un placer escribir para vosotros, y si queréis contar conmigo, podéis localizarme en jonpsicologo@gmail.com o jonasensi pisco.wordpress.com. Un saludo a todas!