Cuidar al cuidador
En los últimos años, se ha extendido el campo de estudio de la repercusión que puede causar el cuidado de una persona mayor en situación de dependencia para los miembros de su familia.
Gran parte de estos estudios han encontrado una serie de efectos negativos asociados a llevar a cabo esta tarea. Entre ellas destacan alteraciones emocionales como ansiedad o sintomatología depresiva, y un desgaste del estado físico. La presentación de ambas problemáticas juntas recibe el nombre de síndrome del cuidador. Este cuadro que explica la reacción del organismo frente a una situación de estrés prolongada en el tiempo y ante la cual es complicado adaptarse.
Las investigaciones al respecto pretenden explorar qué clase de afrontamiento es más acertado para gestionar adecuadamente al estrés derivado de cuidar a una persona anciana dependiente. Concluyen que el afrontamiento cognitivo o centrado en el problema, son los más efectivos para disminuir el grado de malestar, y más beneficiosos que el afrontamiento emocional. Asimismo, las estrategias centradas en la resolución de problemas pueden resultar contraproducentes, al aumentar la angustia experimentada por el cuidador. Sin embargo, en la práctica los cuidadores utilizan indistintamente las tres clases de afrontamiento y será fundamental durante el abordaje que les ayudes a reconocer el estilo es más recomendable para cada problema concreto.
Si proporcionas a los cuidadores un apoyo formal, les facilitas garantía y seguridad al situar a los cuidados en cualidad de derecho. El apoyo informal es complementario y cubre las necesidades emocionales que son inalcanzables para la red formal.
Necesidades principales de los familiares cuidadores
Las necesidades presentadas por los cuidadores de personas mayores con un elevado grado de dependencia son diversas. Además, es esencial que consideres que estas pueden ir cambiando durante todo el proceso de cuidado.
Son especialmente relevantes tanto la necesidad de disponer de tiempo libre como el descanso. Ambas poseen gran importancia porque la dedicación es muy intensa y suele ir aumentando de manera progresiva. También es fundamental que prestes atención a otras posibles necesidades que puedan surgir como su competencia para mejorar su propio estado, la capacidad de delegar o su posibilidad de acceder a recursos, información o acompañamiento psicológico.
Se pueden diferenciar dos grupos de técnicas que se utilizan para ofrecer apoyo a los familiares cuidadores. La primera categoría está centrada en el tiempo libre y el respiro, englobando tanto los centros de día como las estancias de alojamiento temporal. El segundo grupo reúne a los distintos programas psicosociales, que pueden presentar diferencias según cual sea su propósito, el modelo teórico en que se base, la metodología aplicada y los contenidos abordados. Algunos van dirigidos a informar sobre los cuidados, facilitar el desahogo emocional, enseñar habilidades de afrontamiento, manejar fuentes de estrés y aprender técnicas que mejoren el cuidado.
Los programas para cuidadores que han mostrado una mayor eficacia son aquellos que ofrecen una intervención temprana e incluyen a todos los agentes participantes en el proceso, tanto al cuidador principal como a la persona cuidada y el resto de los integrantes del conjunto familiar. Estas intervenciones proponen estrategias para manejar situaciones cotidianas complicadas, con la combinación de distintas modalidades como las consultas personalizadas, apoyo emocional y psicoeducación. Asimismo, se caracterizan por ser prolongados en el tiempo y tener un alto nivel de flexibilidad.
Formación adecuada para cuidadores
Lo más importante que debes tener en cuenta cuando ofrezcas formación al familiar cuidador es que tus objetivos son, por un lado, facilitarles conocimientos y competencias para poder mejorar su cuidado y prestar una atención de más calidad y, por otro, ayudarles a desarrollar habilidades y estrategias con las que perfeccionar su propio autocuidado.
Como profesional, tienes que considerar ciertos criterios cuando crees las acciones formativas. Es clave que tengas en cuenta que estas intervenciones deben responder a tres competencias:
- Los conocimientos, es decir, el saber.
- Las habilidades o saber cómo hacerlo.
- Las actitudes o el hecho de querer, poder o estar dispuesto a conseguir algo.
La formación para los cuidadores se estructura mediante talleres grupales, sin embargo, algunas actividades requieren atención individualizada. El grupo es esencial porque se realiza el abordaje a través de una metodología activa y participativa. El número de integrantes cambia según el contenido y metas a alcanzar. En las acciones formativas más generales, dónde no se profundiza en competencias concretas, el número de participantes oscila entre 40-50. Mientras que en las intervenciones específicas el número de integrantes disminuye a 10 o 12 participantes.
Es fundamental que no enfoques la formación únicamente hacia el cuidador principal, sino que la intervención cuente también con el resto de los miembros de la familia. También debes dirigir las acciones formativas a grupos concretos, sin combinar familias, cuidadores profesionales o voluntarios. Cada grupo tiene que recibir una formación personalizada y particular.
Apoyo psicológico para familias
El apoyo psicológico para las familias cuidadoras se estructura en dos dimensiones. La primera, se relaciona con la aproximación terapéutica, centrada en facilitarles estrategias para afrontar adecuadamente la situación y disminuir la aparición de alteraciones psicoemocionales causadas por el proceso de cuidado. La segunda dimensión se centra en el apoyo emocional que requiere el cuidador principal. Este implica el sentir reconocida su labor por parte de los demás, disponer de espacios donde desahogarse y el poder compartir su experiencia.
Laura NR – Graduada en Psicología