Intervención en trastornos de conducta
Los trastornos de conducta se caracterizan por un patrón persistente de comportamiento donde se violan derechos básicos de otros o normas sociales adecuadas a la edad. Incluyen agresiones a personas o animales, destrucción de propiedad, engaño o robo y otras violaciones graves de normas. Las personas con esta problemática minimizan sus problemas de conducta. Asimismo, en situaciones ambiguas tienden a malinterpretar las intenciones de los demás como amenazas, por tanto, responden con una agresividad que consideran justificada. Además, poseen tolerancia a la frustración y autocontrol bajos, emocionalidad negativa, irritabilidad, arrebatos, suspicacia, insensibilidad al castigo y un mayor riesgo de intentos de suicidio o suicidio consumado.
Los trastornos de conducta repercuten tanto en la salud mental del menor y su familia, como en la sociedad en términos de inversión a largo plazo en recursos educativos, sanitarios o sociales.
Abordaje en trastornos de conducta
Cuando apliques estrategias de intervención debes diferenciar tanto a quién van dirigidas como los objetivos concretos del tratamiento. Entre los posibles abordajes, aquel de referencia y mayor evidencia empírica es el entrenamiento en habilidades parentales basado en aprendizaje social y modificación de conducta. Cuando centres la intervención en el niño, abordarás la problemática mediante una orientación cognitivo-conductual dirigida a habilidades de gestión emocional, sociales o solución de problemas. En cambio, cuando incluyas a la familia harás hincapié en el funcionamiento familiar. Otra intervención que puedes usar es el programa multicomponente que incluyen a padres, niños y otros agentes implicados en su vida como maestros o iguales.
Según las principales guías clínicas, el tratamiento psicológico para manejar el comportamiento agresivo en niños debe estar adecuado al periodo de desarrollo del paciente. Te recomendamos que apliques intervenciones parentales conductuales en las familias con niños de 3 a 11 años. Estas deben ser individuales cognitivo-conductuales si tienen entre 9 y 14 años e intervenciones multimodales con la participación de la familia entre los 11 y 17 años.
Asimismo, es muy aconsejable que incorpores durante el proceso a los progenitores y fomentes su participación. Es habitual que solo uno de los padres colabore en el tratamiento. Esto limita tu posibilidad de observar la dinámica parental de crianza y complica trabajar en las posibles discrepancias respecto a normas o estilo de crianza.
Tratamientos centrados en la familia
El tratamiento centrado en los padres de pacientes con trastorno de conducta es el que posee una mayor eficacia y se considera de primera elección. Este abordaje relaciona el estilo de crianza punitiva o sin normas y límites con la aparición de problemas de comportamiento. Los principios de esta clase de intervención son el aprendizaje social y la modificación de conducta. Mediante ellos perseguirás aumentar las interacciones positivas entre la diada padres-hijos, reduciendo el refuerzo positivo paterno de conductas disruptivas y haciéndoles comprender cual es la lógica subyacente a la utilización de castigos, para así responder de manera predecible y apropiada al comportamiento del niño. Para ello, deberás enseñar a los padres técnicas de modificación de conducta como atención diferencial, tiempo fuera, uso de órdenes adecuadas junto con el empleo de consecuencias y recompensas consistentemente.
Incredible Years
Carolyn Webster-Stratton desarrolló el programa con mayor evidencia para abordar trastornos del comportamiento, el programa de los años increíbles. Esta intervención presenta una serie de protocolos adaptados por edad y dirigidos tanto a padres, como maestros o niños, siendo aquel enfocado hacia los progenitores la intervención básica. La finalidad es enseñar varias estrategias de crianza a los padres mediante el uso rutinas predecibles, instrucciones claras y estrategias de disciplina basadas en modificación de conducta. De esta forma serán capaces de ayudar al niño a solucionar sus problemas y aplicar sus propias herramientas de regulación emocional. Además, siempre debes tener en consideración su grado de desarrollo emocional y características particulares.
La versión para progenitores se compone del programa Básico, que agrupa cuatro categorías por edad, módulo Avanzado y Colegio. Aunque la finalidad del programa varía según cada grupo y periodo concreto del desarrollo, siempre debes incluir los siguientes factores comunes:
- Promueve las habilidades en los padres y mejora su crianza, apego y autoconfianza parental.
- Trabaja sus competencias socioemocionales, académicas, verbales y de persistencia.
- Disminuye la utilización de medidas coercitivas físicas y verbales.
- Potencia la elaboración de una red de apoyo entre los miembros de la familia.
- Refuerza los lazos entre el hogar y el centro educativo.
El módulo ADVANCE se aborda al superar los BASIC y se destina a población de alto riesgo. En él se trabajan variables de riesgo interpersonal de los padres como depresión, desacuerdo marital, problemas de comunicación, autocontrol y arrebatos de ira, resolución de problemas y petición de ayuda. En último lugar, el programa SCHOOL abarca el aprendizaje de habilidades académicas como terminar los deberes o mejorar habilidades lectoras y está dirigido a niños de 3 a 5 años.
Intervenciones universales preventivas
Debido a la importancia de la acción temprana para frenar la evolución a problemas de conducta o emocionales más graves, es fundamental que consideres el aplicar intervenciones universales preventivas. La prevención es clave en contextos con escasa disponibilidad de recursos, por su riesgo a desarrollar problemas graves y restringido acceso a servicios de salud.
La intervención preventiva se dirige tanto a población general como de riesgo y suele llevarse a cabo en ámbito escolar o familiar. Su objetivo es prevenir que aparezcan trastornos de conducta y problemas asociados como conductas antisociales, delictivas o consumo de sustancias.
Si deseas usar un programa dirigido a población general, destacamos The Good Behavior Game. Esta intervención incluye un programa de manejo conductual que busca disminuir la agresividad y el comportamiento disruptivo en la escuela, mediante un formato lúdico. Se centra en el contexto social del aula, socializando al niño en su rol de estudiante, enseñándole a regular su comportamiento y el de sus iguales a través de un proceso de refuerzo contingente a la conducta.
Otro programa aplicable, caracterizado porque lo implementa el profesor en el aula, es el PATHS o Promoting Alternative Thinking Strategies. Dicho abordaje persigue mejorar las competencias socioemocionales y cognitivas en niños de 7 a 12 años.
Laura NR – Graduada en Psicología