CÓMO CREAR UN APEGO SEGURO CON TU HIJO.
“Desde un punto de vista de salud integral, tanto física como psíquica, es necesario una interacción adecuada, en términos de sensibilidad que genere una seguridad en el niño”.
Ante la llegada de un hijo, muchas son las preguntas que pueden inquietarnos: ¿cómo hacer para ser un buen padre?, ¿seré capaz de conseguirlo?, ¿cómo tengo que comportarme?
Realmente son muchos los sentimientos que se experimentan: felicidad, ilusión, alegría, entusiasmo. Pero con frecuencia es común sentir miedo, miedo de no ser capaces de hacerlo bien, angustia por tener que cumplir con las expectativas que conlleva el rol de padre o incertidumbre sobre cómo debo vincularme con él.
El apego es el vínculo afectivo que se establece con aquella persona que nos aporta seguridad, consuelo y protección. Cuya proximidad, comunicación o contacto nos permite recobrar la seguridad perdida en los momentos de indefensión y a quién recurrimos cuando nos sentimos amenazados. Este vínculo se forma entre los siete y los doce meses y surge en el curso de la evolución porque posibilita la supervivencia de los recién nacidos dada su inmadurez. Este vínculo de apego lo va a establecer el bebé con su cuidador principal (ya sea el padre, la madre u otro cuidador).
Esta necesidad de vinculación debe ser entendida como una necesidad original, tan básica y tan necesaria como la alimentación.
Los tres primeros años de vida es un período crítico en cuanto a maduración cognitiva se refiere y este proceso de crecimiento cognitivo va a depender tanto de la satisfacción de las necesidades primarias como de mantener unas relaciones adecuadas. De este modo, la manera en que nos vinculemos con nuestros hijos en estos primeros momentos va a influenciarles posteriormente en su desarrollo cognitivo y social y en su capacidad para relacionarse o crear nuevos vínculos. Debemos saber que el ámbito y el entorno familiar ejercen una gran influencia en el desarrollo de nuestro hijo, no solo a nivel cerebral sino también inmunológico.
Nuestra misión como padres es vincularnos con nuestros hijos de una manera segura. Ser sensibles a sus demandas.
- ¿Cómo vincularnos de una forma segura con nuestros hijos?
- Debemos darnos cuenta de cuáles son sus necesidades.
- Interpretar estas demandas adecuadamente
- Seleccionar cuál va a ser nuestra conducta adecuada en respuestas a sus demandas y ponerla en práctica.
- Lo más importante, ser coherente. Es decir, actuar siempre del mismo modo ante la misma conducta.
Debemos tener presente que todas las personas nos creamos nuestros modelos mentales como resultado de las interacciones tempranas con nuestros cuidadores principales y estos van a sentar las bases a la hora de crear nuevos vínculos; por tanto, las primeras interacciones con nuestro hijo van a serle de guía en sus futuras relaciones. Así, una actitud sensible por parte del cuidador generará un modelo mental positivo, mientras que una actitud insensible podría dar lugar a un modelo mental negativo con las consecuentes dificultades por parte del hijo para relacionarse en el futuro.
Se ha demostrado que los niños seguros presentan un mayor desarrollo cognitivo, un mayor cociente intelectual, un mejor rendimiento académico, superioridad en aspectos del lenguaje, son más precoces a la hora de conocerse a sí mismos y a los demás, son más flexibles, abiertos, positivos y realistas, presentan una mayor inteligencia social, una mayor conducta exploratoria y un mayor interés y destrezas lectoras.
Desde la psicología, se proponen diferentes talleres destinados a padres para fomentar la sensibilidad, crear así un apego seguro en el niño y por tanto conseguir un adecuado desarrollo cognitivo, afectivo y social.
Silvia Jiménez Garrido.